viernes, 11 de junio de 2010

(= because of u


Disculpa si a veces no logro entenderte. Ciertamente lo intento. Navegar por tu mente resulta en ocasiones tan inviable, supongo que es lo que me intriga de ti. Como, extrañamente, camuflas los sentimientos y te cierras…barrera que no consigo saltar. Insisto, porque no se puede luchar contra la propia naturaleza, y tu singular manera de ser me lleva de cabeza a lo desconocido; porque psicoanalizar a los demás acaba siendo fácil, y la tarea se me torna monótona; porque sé, de alguna manera, que enredarme en tu entramado de ideas compensará, quizás con una sonrisa, quizás con un baile propio de esa hiperactividad tuya, mientras vacías la nevera y tarareas algo. Y sé que muchos se rindieron procurando entenderte, no cayeron en la cuenta de que no es necesario hacerlo, sino, simplemente, aceptarte.


Se concibe fácil la popular propuesta “sabes que estoy aquí”, que siempre acaba transformándose en un “realmente no puedo estar”. Y puede ser porque tú realmente sí que estás, o por tu manía de burlarte de mí como un intento de consolarme, algo que he de reconocer, jamás pensé pudiera funcionar. Debe ser por tu habilidad para hacerme reír, para hacerme sentir mejor…o sencillamente, distinta. Debe ser por tu incapacidad para permanecer sosegado, por tu meticulosidad a la hora de confeccionar cualquier cosa, por la forma en que silvas para cubrir los silencios, o contoneas la cabeza rítmicamente, por los abrazos en exactamente el momento que hacen falta, porque estando contigo lo demás carece de importancia, o quizás, tan sólo, porque todo acabe resumiéndose en un “por ser un verdadero amigo”. Quizás por todo esto sea por lo que me duele no lograr resolver el rompecabezas que supone tu juicio, y aún más ver que nadie ha sido capaz a hacerlo todavía. Las personas fallan, es algo irrefutable, nos rendimos ante la primera dificultad, y tú, para bien o para mal, resultas fatigosamente incomprensible. Y finalmente, fusionando el remolino de ideas, de caracteres, de imágenes y sonidos, se configura una red caótica cuya estructura desconcierta, y, cuando todo se calma, el atronador ruido cesa y los colores se muestran estables, apareces tú, y caigo en la cuenta, por fin, de que he conocido la locura. Tan sólo me queda rogar, algunos pensarán que equívocamente, para que nunca cambies. Gracias por seguir ahí. Gracias por ser tú.